9 de Abril, 2020
Si bien la presencia de un Puma en una zona netamente urbana como Providencia es muy extraño, el de hoy en Colina-Chicureo no lo es tanto. Cabe recordar que ya el año pasado fueron avistados y capturados dos ejemplares puma, uno en la zona precordillerana de Santiago (Lo Barnechea) y otro en Chicureo. Estos ejemplos, son un buen recordatorio de que la fauna silvestre está presente en los lugares donde habita el ser humano, pero que no siempre se deja ver. Más ahora cuando la actividad humana ha disminuido al máximo, con menos tráfico vehicular, caminatas, mascotas, etc. Esto permite que cierta fauna se sienta más segura para deambular por lugares que fueron su hábitat natural (zonas agrícolas y precordilleranas) y que han sido convertidas en lugares urbanizados. También es válido decir que éstas zonas son literalmente, el límite de las tierras silvestres (sin presencia humana), que se sabe pueden sostener pumas. Tampoco se puede descartar que la sequía imperante puede estar contribuyendo a mayor movimiento.
En los casos mencionados, es muy probable que sean individuos que se están dispersando en busca de sus propios territorios, o bien que ya están en sus territorios (más probable en los casos de Colina/Chicureo y Lo Barnechea) y dado el contexto y baja actividad humana se sienten más seguros para moverse por lugares u horarios donde nunca antes pasaron. También está la posibilidad de que siempre pasó por ahí, pero ahora alguien lo detectó. Esta etapa de búsqueda de territorio es una de las más críticas, donde un Puma está expuesto a lugares y peligros desconocidos (humanos, perros, cazadores) como se constató con el puma capturado, que presentaba evidentes lesiones de diversa índole. Hay que tener en cuenta que un Puma puede desplazarse hasta 16 km al día atravesando incluso áreas inadecuadas con relativa rapidez y que el ámbito de hogar de un individuo puede incluso ser sobre las 15.000 hectáreas!! (algo así como 21.000 canchas de futbol aprox.).
Muchas especies se aventuran en espacios urbanos. Es un fenómeno mundial como podemos ver en el episodio 5 de la serie Netflix llamada Night on Earth, donde muestra animales en ambientes urbanos haciendo cosas sorprendentes; desde osos negros dentro de las casas abriendo refrigeradores hasta leopardos en India en edificios llevándose perros domésticos (que por lo demás se ha visto que son controladores del virus de la rabia que es común en los canes callejeros). Por lo tanto, destacamos que no es tan sorprendente que se estén dando estos avistamientos.
Por otro lado, se entiende la alarma de las personas y la reacción natural de querer que se lo lleven a otro lado. En el caso del puma en Providencia, es entendible que lo atraparan dado el contexto más urbano y que lo más probable es que el animal le iba costar volver a su lugar de origen. Sin embargo, ahora en las zonas peri-urbanas como Colina/Chicureo y Lo Barnechea, seguramente no es necesario ya que el puma tiende a evadir al ser humano. En este caso, una captura y posterior translocación (liberación en otro lugar) podría reducir sus probabilidades de sobrevivencia, tal como ocurrió con el puma capturado en Lo Barnechea y que fue posteriormente encontrado muerto. La translocación debiera ser la última opción y muchas veces se realiza mas por presión social que por el bienestar del animal. También en general sin mucho fundamento técnico, evidencia empírica y transparencia. Esto también cobra relevancia bajo la incertidumbre del contagio de SARS-COV2 hacia felinos (Tigre en zoológico del Bronx) y qué ocurre con el virus en ambientes silvestres. Esperamos que el parque metropolitano esté tomando los resguardos necesarios.
La translocación de los Pumas nos muestra nuestra concepción de naturaleza como sociedad. Se articula un mundo humano y bajo (supuesto) control, versus un mundo natural: mientras menos intervenido, más natural, y por tanto reflejando un estado primigenio e ideal inicial. Esto es en realidad una fantasía occidental moderna, que desconoce las fronteras difusas entre espacios y vidas de todo organismo en el planeta. En lugar de presentar una realidad compleja, dinámica y procesual (ej. disminución de bosque gradual o zorros adaptados al ambiente urbano de Londres), concibe una de compartimentos estancos y límites rígidos. En este caso, los hábitats de humanos y pumas se han traslapado en dichos flujos socioecológicos como un fenómeno histórico aún en desarrollo.
También hay que entender que no es que sean “muchos pumas”. Dado que es un predador tope (al tope de la cadena alimenticia) su abundancia es baja y se estima en la zona mediterránea de Chile que la densidad de pumas es de aproximadamente 1 individuo en 10.000 hectáreas. Por lo que no deberíamos alarmarnos de que “hay muchos” y lo recomendable es siempre si se observa un puma en este contexto es no acercarse o acorralarlo y dar aviso al SAG, quienes debiesen tomar los resguardos necesarios y analizar el contexto del avistamiento para determinar con la mejor información y conocimiento empírico disponible las acciones a seguir.
La pandemia nos da nuevos desafíos que quizás no sabíamos que existían, donde nos hemos sorprendido de la co-habitación con estos animales. El desafío real no es demoler esta ignorancia, sino como transitamos hacia formas de vivir y pensar nuestras ciudades que permitan la co-existencia con la fauna silvestre, en donde pasamos de una clásica práctica de control de la vida silvestre (efectismo de captura y traslado) a uno más sostenible donde se desarrollan estrategias creativas que faciliten esa co-existencia.
Dr. Nicolás Gálvez
Profesor Asociado Campus Villarrica / Pontificia Universidad Católica de Chile y Centro de Desarrollo Local (CEDEL)
IUCN Cat Specialist Group
Twitter: @NicolasGalvezR
Dr. Omar Ohrens
Investigador del Programa Puma, Panthera
www.panthera.org
Twitter: @o_ohrens
Dr. Pelayo Benavides
Profesor Asistente Campus Villarrica/ Pontifica Universidad Católica de Chile y Centro de Desarrollo Local UC
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